diumenge, 18 de gener del 2009

Sobre amar

(Aparecido en El Pais Semanal, 18-01-09)


Así es como entramos en el mundo: sin saber gestionar nuestra vida emocional.
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... dejar de vivir omo orugas y empezar a vivir como mariposas es una transformación que sólo depende de cada uno.
El reto consiste en cuestionar nuestras creencias, por más que atenten contra el núcleo de nuestra identidad. De ahí que ese aprendizaje surja como una iniciativa personal, un compromiso a largo plazo en el que la conquista del verdadero amor se convierte en el camino y la meta.
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El miedo (a que nos hagan daño), el apego (de perder lo que tenemos) y la ira (do no conseguir lo que deseamos) nos esperan a la vuelta de la esquina. Un poco más lejos se esconde nuestra ignorancia (el desconocimiento de nuestra verdadera naturaleza), la causa última de nuestro egoísmo (tendencia antinatural que corrompe la actitud de los seres humanos), que es precisamente el que nos impide amar, que es nuestra esencia.
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Perdonar es una acto de amor.
Cuando culpamos a los demás por aquello que nos ha sucedido y los responsabilizamos de nuestro sufrimiento, podemos caer en las garras de un enemigo mucho más sutil y peligroso: el rencor. Para evitar seguir haciéndonos daño, es necesario aprender a perdonar, un acto que refleja amor y humildad, que pone fin a todo nuestro malestar. Dado que no podemos cambiar lo que nos ocurre en la vida, sí podemos modificar nuestra mirada y nuestra actitud hacia esos mismos acontecimientos para reinterpretar su significado de una forma más objetiva. Así nos dejarán un mejor sabor de boca.
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El amor es lo único que crece cuando se reparte
Antoine de Saint-Exupèry
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Cuando uno ama no culpa, ni juzga, ni critica, ni se lamenta. Los que aman intentan dejar un poso de alegría, paz y buen humor en cada interacción con los demás, por muy breve que sea. Amar también es aceptar y apoyar a las personas más conflictivas, porque son precisamente las que más lo necesitan. Amar de verdad es sinónimo de profunda sabiduría, pues implica comprender que no existe la maldad, tan sólo ignorancia e inconsciencia.La paradoja es que el amor beneficia primeramente al que ama, no al amado. ASí, el amor sana y revitaliza la mente y el corazón de quien lo genera. Por eso recibimos tanto cuando damos.
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Como lo expresa el filósofo Darío Lostado: "Si no te amas tú, ¿quién te amará? Si no te amas a ti, ¿a quién amarás?"
Al darnos cuenta de lo que les hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros primero, tomamos conciencia de lo estrachamente unidos que estamos todos los seres humanos.
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Igual que los árboles ofrecen sus frutos cuando crecen en condiciones óptimas, los seres humanos emanamos amor cuando nos liberamos de todas nuestras limitaciones mentales. De ahí que si queremos saber cuál es la mejor actitud que podemos tomar en cada momento, tan sólo hemos de responder con nuestas palabras y acciones a la siguiente pregunta: ¿ qué haría el amor frente a esa situación?