dijous, 25 de juny del 2009

El Cervantes de Harold Bloom

Babelia, El País, 19-04-2003

Cuanto más urgentemente buscamos nuestro yo, más tendemos a retroceder. Cuando la gran obra termina, el caballero y Sancho saben exactamente quienes son, no tanto por sus aventuras, sino a través de sus magnificas conversaciones, ya sean disputas o intercambio de percepciones.
La poesía, en especial la de Shakespeare, nos enseña a hablar con nosotros mismos, pero no con otros.
Don Quijote y Sancho se escuchan verdaderamente uno a otro y cambian gracias a ésta recepción. Ninguno de ellos se oye excesivamente a si mismo, al modo de Shakespeare. Cervantes o Shakespeare son nuestros rivales de cómo cambiamos, y por que. En Shakespeare la amistad es, como mucho traicionera.
La amistad entre Sancho Panza y su caballero supera a cualquier otra en la representación literaria.
Hamlet: nuestros pensamientos son nuestros, sus fines no nos importan.
Cuando Pascal observaba que la verdadera elocuencia se burla de la elocuencia, formulaba sucintamente el principio que podía considerar a Cervantes su ejemplar más reciente y asombroso. Fue La Rouchefoucault quien restableció el otro lado de la paradoja: algunos nunca amarían si no hubieran oído hablar del amor