dijous, 17 de maig del 2012

Doble juego de culpa - Alberto Manguel - Babelia, El País 21-04-12

Culpables sin conocimiento de causa, salvados sin acceso a la salvación, los seres humanos somos, para Kafka, encarnaciones modernas de Odiseo, cuyo obligatorio retorno es constantemente impedido por un caprichoso y persistente dios. Es famosa la respuesta que Kafka dió a su amigo Max Brod cuando éste, harto de tanta pesadumbre, lo increpó: "¡Pero si dices eso, entonces no hay esperanza!". "Ah no", le respondió Kafka con una sonrisa. "Esperanza hay, pero no para nosotros". Bajo esta esperanza siempre ajena transcurren nuestros sufridos días y agónicas noches. Cuenta Citati que, un año antes de su muerte, Kafka, se encontró en Müritz con su hermana Elli y sus tres hijos pequeños. Uno de ellos tropezó y cayó al suelo. Los otros estuvieron a punto de reír cuando Kafka, para evitar que el niño se sintiera humillado por su torpeza, le dijo con un tono de gran admiración: "Que bien te has caído, y qué maravillosamente te has levantado!". Podemos imaginar que, toda su vida, caída tras caída, y sabiendo que la espera era en vano, Kafka espero que Alguien le dijese esas palabras.