Era una pecadora, eso lo percibí de inmediato, una pecadora. Pero a mí eso no me afectaba porque me sentía muy bien con ella.
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Jamás había pensado, por ejemplo, que el universo hubiera empezado a existir sólo para complacerme cuando yo llegué al mundo. Tampoco se me había ocurrido que a una mujer no le hubiese estado permitido vivir ningún tipo de vida hasta conocerme
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dilluns, 4 d’octubre del 2010
La historia de mi mujer - Milán Füst
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